Cómo sujetar tu perro en el veterinario

Nuestro perro puede ser la mascota más dulce del mundo… Hasta que lo llevamos al veterinario. Bajo las luces blancas y tu mirada horrorizada, puede convertirse en un pequeño Demonio de Tasmania, todo dientes, gruñidos y mal humor. Por eso debes saber cómo sujetar tu perro en situaciones en las que esté un poco fuera de control.

Esto suele suceder porque las visitas al veterinario estresan e incomodan a los perros. Los casos de vacunación, muestras de sangre o colocación de suero, suelen asociarlos con dolor. Por eso reaccionan de manera violenta para evitarlo, llegando incluso a morder al veterinario o a sus asistentes. En estos casos, lo mejor que podemos hacer es sujetar tu perro de manera correcta.

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¿Cómo sujetar tu perro?

En primer lugar, es vital mantener la calma y actuar con decisión. El perro puede percibir la duda y ese sería motivo más que suficiente para que se estrese. Lo mejor es hablarle con calma, de manera suave y firme, para recordarle nuestra posición como líderes de la manada. Ellos confian en tí, por eso al sujetar tu perro evita lastimarlo para que no se altere más.

Coloca tu mano debajo de su mandíbula inferior, inmovilizando su cabeza y coloca la otra en la espalda para obligarlo a sentarse. No dejes ninguna de las dos al alcance de sus dientes. Por muy amable que sea tu perro, si está estresado es capaz de morder sin reconocer a sus dueños, y ese estado se agrava cuanto más viejo esté.

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Una vez que tengas el control de tu perro, indícale al veterinario de manera tranquila y firme que proceda. Ambos deben mostrarse calmados y decididos sin llegar a la agresión, que volverá a poner nerviosa a tu mascota. Quien debe sujetar al perro es la persona a la el animal le tenga más respeto. Ese miembro de la familia con el que se lleve mejor y responda a sus ordenes. Así será mucho más fácil proceder con el animal.

En caso de que tengas un perro grande, lo más recomendable es que lo tumbes lateralmente. Luego coloques un brazo debajo de su cuello  para inmovilizar su cabeza y con la mano sostengas sus patas delanteras. El otro brazo lo utilizarás para hacer presión en sus cuartos traseros y sostener sus patas, de manera que no se mueva y no muerda.

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En los casos más extremos, puedes recurrir a un bozal.

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