Cómo hacer que mi hijo ayude en casa
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Que un hijo ayude en la casa es una labor educativa que, como padre, no puedes dejar de lado. Ayudar en casa le permitirá aprender los aspectos más básicos y olvidados de una vida independiente: la ropa no levita a la lavadora, los platos abandonados bajo la cama se necesitan en su lugar para ser reutilizados, y el aseo de una vivienda permite una buena calidad de vida.
Muchas veces, los padres dejan el tema bajo la alfombra, creando seres indefensos en la etapa adulta de su vida, que se enfrentarán a la incapacidad de asumir las riendas de un hogar, asunto que repercute en su vida de pareja, laboral y social, ya que, las labores de casa, crean un sentido de la responsabilidad para cada miembro de la familia, algo muy beneficioso para generar consciencia de cumplimiento del deber, acabar con la flojera y la desidia, y permitir que la carga del hogar no esté en manos de una sola persona, cuando todos son corresponsables del desorden.
Introduciendo a mi hijo a las labores domésticas.
A partir de los 3 años, un niño sin condiciones que le impidan hacerlo, debe seguir órdenes sencillas, tales como: recoger sus juguetes del suelo, guardarlos en un cajón, así como poner su ropa en un cesto, y, dependiendo de su grado de interés, ser el delegado en actividades sencillas, tales como traer al adulto su ropa para lavarla o su morral, para prepararlo.
En este momento, la observación del niño a sus padres ejerciendo las labores del hogar es vital para que entienda que una casa limpia, es labor de todos, cocinar es algo que tanto mamá y papá pueden hacer, y querrá participar en esa marejada de actividades. Está en ti determinar qué más cosas puede hacer el niño, siempre que sean actividades supervisadas, y se vaya ampliando el espectro conforme vaya creciendo y entendiendo que es un ser útil en el hogar.
Entre los 7 y los 10 años, las responsabilidades escolares y del hogar deben ser reconocidas como compatibles. Esta es una pequeña introducción a la complejidad de la vida. La labor del niño es la de aprender a no sentirse avasallado ante los pendientes, evitar dar largas a hacer las cosas, que empieza a surgir y a madurar en su psique (y nos suele minar de adultos), crear sus horarios y demostrar responsabilidad en sus actividades.
Dependiendo de la carga o inexistencia de las actividades extracurriculares, es aconsejable tener un horario a la vista de todos, donde la materia escolar, sea la prioritaria.
El niño es libre de disponer de tiempo de ocio, siempre y cuando cumpla con sus deberes escolares, y realice actividades domésticas apropiadas para su edad: alimentar a la mascota, ponerle agua, recoger sus enseres, preparar su morral, ordenar su habitación, realizar sus actividades escolares, deportivas o extra cátedra con antelación, secar el cuarto de baño por sí mismo después de ducharse, y disponer de las prendas sucias en la respectiva cesta. Además, puede ya preparar la mesa para la comida, y ayudar a barrer a aspirar, o pasar el trapeador por la casa.
El incentivo
La parte más importante para que tu hijo ayude en la casa, es la oportunidad de que estas actividades le dejen enseñanza e incentivos. Una felicitación, un postre, e incluso, ya más mayores, cierta remuneración económica periódica, con la consiguiente enseñanza acerca del dinero, ayudarán a afianzar la cooperación y mantendrá el estímulo y espíritu de actividad vivo, para beneficio propio y de la familia.